¿Por qué amamantar?
Una de las medidas preventivas más eficaces que una madre puede tomar para proteger la salud de su infante es la lactancia materna. Aunque la mayoría de las madres tienen la esperanza de amamantar, y el 75% de los bebes comienzan en la lactancia materna, solo el 15% son exclusivamente amamantados 6 meses después.
Cuando las madres no dan de amamantar, generalmente usan fórmula infantil. La Organización Mundial de la Salud recomienda que a los padres se les informe de los riesgos de salud que conlleva el uso de la fórmula, o leche maternizada (vea la sección a continuación). La fórmula es una sustancia artificial hecha para reemplazar la leche materna, aunque no es un sustituto equivalente a la leche materna.
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Riesgos de Usar Fórmula
Las fórmulas infantiles son compuestas mayormente por azúcar y grasas y una proteína como la leche de vaca, soya o suero de leche. Sin embargo, no contienen anticuerpos, enzimas digestivas o inmunoglobulina. Los bebés alimentados con fórmula son 14 veces más propensos a ser hospitalizados en su primer año. Estos bebés son más propensos a padecer de enfermedades respiratorias, infecciones de oído, y diarrea. Tienen un riesgo más alto de alergias, asma, cardiopatía, obesidad, canceres infantiles, diabetes, enfermedades crónicas y muerte. Los bebés alimentados con fórmula en lugar de leche materna se pierden del intenso vínculo físico que les permite desarrollar un sentido de confianza y además tienen menor inteligencia. Darle fórmula a su bebé no es lo mismo que amamantarlo. Puede mantener a un bebé con vida si el niño(a) no tiene acceso a la leche materna, pero la fórmula infantil es tan solo la cuarta opción en la lista de las mejores opciones alimenticias para un bebé. Las primeras tres son: 1) la leche materna de su propia madre, 2) leche materna que ha sido extraída con un sacaleches y dada en un biberón y 3) la leche materna de otra madre provista por un banco de leche.